D. José María Aznar |
Por: Friends of Israel Initiative, publicado el lunes, 10 de enero de 2011 a las 13:00
Es un honor y una satisfacción personal recoger este premio esta noche, aquí con todos ustedes. Un premio que honra la “Fiesta de las Luces” , que a su vez conmemora tanto un milagro como una rebelión en defensa de la identidad, las tradiciones y los valores del pueblo judío. Por eso este premio no puede ser recibido más que con una profunda humildad y, en mi caso, con una enorme alegría.
Es un honor y una satisfacción personal recoger este premio esta noche, aquí con todos ustedes. Un premio que honra la “Fiesta de las Luces” , que a su vez conmemora tanto un milagro como una rebelión en defensa de la identidad, las tradiciones y los valores del pueblo judío. Por eso este premio no puede ser recibido más que con una profunda humildad y, en mi caso, con una enorme alegría.
Les agradezco sinceramente el reconocimiento que hacen de mi persona y de todos cuantos desde la Friends of Israel Initiative intentamos introducir un poco de razón al hablar de Israel.
Un país que en estos momentos está de luto por las víctimas causadas por el terrible incendio del Monte Carmelo. Desde aquí mi pesar y solidaridad con sus familias y con todos cuantos han sufrido esta catástrofe.
Siempre he creído que para un político los hechos, sus actos, son más importantes que sus palabras.
Por eso no quisiera hoy, únicamente, hablarles de cómo veo yo la situación de Israel sino, sobre todo, contarles lo que estoy haciendo en relación a Israel, su legitimidad como estado y el derecho a que sea tratado de una manera justa. “Re-legitimar” a Israel requiere acciones concretas.
Es por eso que hace unos meses empecé a contactar con algunos amigos a fin de poner en marcha la Friends of Israel Initiative. Mi idea era juntar un número suficiente de personas que por su mera asociación fueran vistos como algo novedoso y relevante. Tampoco quería juntar simplemente a antiguos políticos, sino a un grupo que contara con representación también de otros sectores, empresarios, intelectuales, artistas o profesionales.
En medio de un ambiente crecientemente hostil a Israel, no sólo en Europa, sino también al otro lado del Atlántico, un cierto sentimiento de urgencia, compartido por todos, hizo posible que personas como Vaclav Havel, Alejandro Toledo, Marcello Pera, Andrew Roberts, Lord Trimble o John Bolton, por citar a unos pocos, nos pusiéramos en marcha en cuestión de poco tiempo.
Es fácil denunciar la dureza de las acciones militares de Israel, al mismo tiempo que no reconocer que Hizboláh no sólo continua rearmándose ante los ojos impasibles de las fuerzas de la ONU desplegadas en el sur del Líbano, sino que sus líderes continúan proclamando sus intenciones de destruir el Estado de Israel. O que Hamas, en Gaza no ha renunciado al mismo objetivo y que sigue defendiendo el aniquilamiento de Israel.
Es fácil denunciar la valla que separa parcialmente Cisjordania de Israel, negando al mismo tiempo que esa misma valla ha permitido a muchos israelíes salir a pasear, al cine o enviar a sus hijos en el mismo autobús escolar, sin el temor a volar por los aires por culpa de un terrorista suicida.
Es fácil condenar a Israel y presentarlo como un nuevo appartheid, sin tener en cuenta que los partidos árabes tiene representación en la Knesset y que árabes israelíes ocupan posiciones en alto rango en varias instituciones del estado.
Pero no por fácil es lo correcto. Mas bien todo los contrario. Y por eso la necesidad de hacer algo al respecto.
Déjenme decirles que nuestra primera reunión en París tuvo lugar el 31 de mayo, el mismo día que la mal llamada Flotilla de la Libertad se aproximaba a Gaza y tuvo que ser detenida por Israel. Una pura coincidencia que nos convenció aún más de la necesidad de luchar contra la creciente deslegitimación de Israel.
Y es que hay algo muy importante para nosotros: no somos hijos de la oportunidad, sino que pusimos en marcha la Iniciativa –y la seguimos sosteniendo- por pura convicción. Poque creemos en el derecho a existir de Israel y porque creemos que debemos actuar para salir al paso de los intentos de deslegitimación y demonización de Israel.
Si hay algo que hemos buscado en estos primeros meses de vida ha sido intentar abrir un espacio donde la razón y no la pasión, donde la decencia y no la manipulación, se abran paso a la horade hablar de Israel. Y tengo que decir que soy optimista al respecto porque eso es lo que hemos visto cuando hablamos con muchos de los actuales dirigentes políticos.
Quisiera destacar un hecho que nos define y que nos diferencia al mismo tiempo de otros proyectos con ambiciones similares: no somos “otra” organización judía. De hecho, de los fundadores, ninguno pertenecemos a la comunidad judía. Se nos podrá criticar por muchas cosas, pero no por ser un lobby más de la conspiración universal sionista.
Y, sinceramente, estoy convencido de que podemos servir mejor a nuestros propósitos siendo un grupo esencialmente no judío. Creo que eso nos da una autoridad moral diferente que si lo fuéramos. Nadie nos puede acusar de ocultar extraños intereses o de estar al servicio de tal o cual gobernante.
Somos un grupo de personas que no representamos a ninguna organización gubernamental ni dependemos de fondos estatales para nuestra labor, sólo de la generosidad de donantes privados.
Lo que nos une y anima es la aceptación de Israel como un país cualquiera. No aspiramos ni pretendemos hacer de voceros de ningún gobierno concreto; ni defendemos o justificamos políticas específicas del gobierno de turno en Jerusalén; ni promovemos los intereses particulares de ningún partido político. Es el Estado de Israel, su derecho a existir en paz y a ser tratado con justicia, lo que aspiramos a promover. Nada más, pero nada menos.
De igual modo, tampoco pretendemos convertirnos en una especie de fuerza de reacción rápida que tiene que actuar frente a cada crisis que asalta a Israel. No sólo creemos que sería perjudicial para nuestro fin último, sino que no tendríamos descanso, mucho me temo. Actuamos y actuaremos con consistencia, pero marcando nuestro ritmo. Confiamos en el producto de sembrar con paciencia. Y créanme que sé de qué hablo cuando me refiero a los resultados de la lluvia fina.
En realidad creemos que ha llegado el momento de explicar ciertas cosas de manera sencilla y sin complejos. Por ejemplo:
- Que Israel tiene el derecho a existir como una nación más y que no es justo cuestionar su existencia;
- Que Israel es un Estado tan legítimo como cualquier otro y que no es razonable poner en solfa su legitimidad;
- Que Israel es parte integral del mundo occidental y que no es inteligente por nuestra parte debilitar a Israel;
- Que Israel es una democracia como nosotros y que no es justo ni razonable exponer únicamente sus defectos;
- Que Israel comparte los mismo valores que nosotros y que no es lógico no defender lo que es nuestro;
- Que los riesgos para Israel son los mismos que los nuestros y que no es razonable querer librarnos de los riesgos dejando de lado a Israel;
- Que Israel es tierra de oportunidades y de futuro y que no es razonable presentar a Israel únicamente como una tierra de conflictos, inestabilidad y guerras
Y es que el tratamiento que se concede a Israel en instancias internacionales, la imagen que presenta de Israel la prensa las más de las veces y la expresión de la opinión pública, sobre todo en Europa, no sólo es injusta y moralmente reprobable. Es un error estratégico de primera magnitud.
Deslegitimando a Israel permitimos que sean nuestras raíces y nuestros valores de pluralismo, innovación, dignidad de la persona, lo que se ponga en entredicho.
Criticando el derecho a la autodefensa de Israel permitimos que nuestra propia capacidad de defendernos frente a agresiones de quienes quieren poner fin a nuestra forma de vida e imponernos la suya se ponga en entredicho también.
Criticando la voluntad de resistir y sobrevivir de Israel alimentamos nuestra debilidad a la vez que promovemos que nuestros adversarios se crean más fuertes y capaces de obtener sus objetivos.
Yo creo firmemente que si alentamos que Israel se venga abajo, todos nos iríamos abajo. Si Israel cayera bajo el peso de sus enemigos, Occidente, tal como lo conocemos hoy, dejaría de ser lo que es.
Por todo eso, porque es injusto en términos políticos, es reprobable en términos morales y es peligroso en términos estratégicos, yo creo que hay que estar a favor de la re-legitimación de Israel y defender que Israel es un país como otro cualquiera, una democracia liberal y parte integral de Occidente. Aunque esté enclavado en Oriente Medio y sus vecinos no sean nuestros vecinos. Israel es parte de Occidente.
Esa es la visión estratégica que compartimos quienes somos parte de la Friends of Israel Initiative y es lo que defendemos. Simplemente porque creemos que es necesario hacerlo. Nosotros no compartimos a visión complaciente de que todo va bien o de que todo irá a mejor necesariamente.
Hay quien cree que Israel se encuentra actualmente en su mejor momento. Recién admitido en la OCDE, con las más amplias relaciones diplomáticas en sus 62 años de existencia, con la esperanza de llevar a buen puerto las conversaciones de paz con los palestinos, con una economía boyante y que ha logrado escapar a la actual crisis mundial.
Y sin embargo, el instinto reflejo de culpar a Israel por casi todo lo malo que ocurre en Oriente Medio no acaba de desaparecer. Al contrario.
Un reciente ejemplo lo pueden encontrar en ese teatro que montaron con unos niños palestinos que arrojaban piedras contra un coche israelí y que se arrojaron frente a él para ser atropellados delante de las cámaras de fotógrafos y televisiones que, previamente, habían sido alertadas y convocadas para que retransmitieran a todo el mundo la imagen de –pongo comillas- “un pobre niño palestinos atropellado por un bárbaro conductor judío”.
Quizá les parezca algo fácil de desmontar, pero la fuera de las imágenes queda en una opinión pública, particularmente de donde yo vengo, en Europa, entregada a la crítica de Israel ante cualquier circunstancia.
De otra naturaleza, pero no menos inquietante, puede ser el reconocimiento diplomático formal que han hecho Argentina, Brasil y Uruguay de un Estado Palestino que aún no existe. Actuando así se está primando soluciones unilateral y no la negociación y el diálogo que es la única fórmula sensata de alcanzar cualquier acuerdo que sea satisfactorio para todas las partes y cuente con visos de ser verdaderamente duradero.
Por no decir de quienes se creen más pro-palestinos que los palestinos y demandan sanciones de la UE contra Israel hasta que se ponga fin a los asentamientos, como hemos escuchado recientemente.
Qué decir! ¿Recordarles que el tema de los asentamientos nunca ha sido vital para el proceso de paz, ni en Madrid, ni en Oslo ni posteriormente? ¿Avisarles de que quien fe verdad lo ha vuelto importante, la administración Obama, acaba de anunciar que este tema ha dejado de parecerle un requisito previo para seguir con las conversaciones?
Yo creo que, desgraciadamente, estos no son casos aislados, sino que son el reflejo de una preocupante corriente de opinión que siempre ha sido mayoritaria en Europa entre los líderes políticos, y que ahora parece ganar también terreno entre el establishment de Washington.
En marzo de 2009, justo después de las elecciones en Israel que llevaron a la coalición conservadora al gobierno, yo le dije a mi buen amigo Bibi Netanyahu: “ten cuidado porque el mundo está ansioso por encontrar a un nuevo George W. Bush al que culpar de todo y cuentas con todas las cartas para que te escojan a tí”.
El hecho de que las acciones militares destinadas a detener la mal llamada Flotilla de la Libertas camino de Gaza, fueran condenadas por casi todos a consecuencia, desgraciadamente, de las víctimas que se produjeron y que casi nadie se preguntara en público qué hacía un país como Turquía, miembro de la OTAN y tradicional aliado de Israel, montando y apoyando una agresión de esa tipo, es una prueba más para mi de que no podemos ser complacientes con el actual ambiente que rodea a Israel.
Ahora bien, el problema de la imagen de Israel en el mundo no es simplemente un problema de diplomacia pública o que se vaya a resolver fácilmente con una buena campaña de relaciones públicas. Me temo que no.
¿Y por qué no? Pues porque los problemas de imagen hay que entenderlos en un contexto más amplio. No son una cuestión aislada, Israel, desgraciadamente, sigue viviendo en un conflicto y no porque quiera, sino porque así lo quieren sus adversarios
No es un conflicto convencional como en 1948, 1956, 1967 0 1973. Tampoco es el terrorismo tal y como lo sufrimos en los años 70, 80 , 90 y después del 2000. Se trata de una nueva forma de ataque contra la legitimidad de Israel, contra el derecho a existir de Israel. Se trata de una “guerra blanda” donde se emplean trucos legales, abusan de organismos multilaterales y emplean dudosas ONGs para presentar a Israel como un estado ilegítimo, un estado que debe ser aislado y convertido en un estado paria.
Es un conflicto no contra las fuerzas de la IDF, sino contra la idea de Israel.
Y precisamente por eso decidimos decir basta a este estado de cosas que culpa a Israel de todo lo malo que sucede en el mundo. Basta de permitir que se deslegitime a Israel y se le niegue su derecho a existir. Basta a tanto error.
Y por eso creamos la Friends of Israel Initiative.
Puedo decir que en estos pocos meses de vida hemos tenido un éxito razonable. No sólo el grupo ha crecido en número, sino que el primer manifiesto ha sido suscrito por más de 10 mil personas en muy poco tiempo (lo que es un gran logro en Europa y dice mucho de la demanda de este tipo de iniciativas) e incluso una resolución fue introducida en la Cámara de representantes en Washington por Ileana Ros-Lehtinen (republicana) y el demócrata Albio Sires, en apoyo explícito a nuestros esfuerzos, ambiciones y organización, el pasado mes de septiembre. También tuvimos una muy buena acogida en nuestra presentación en la Cámara de los Comunes en Londres, en julio pasado.
Además de estas reuniones de París, Londres y Washington DC, personalmente he presentado nuestra iniciativa en lugares tan dispares como Nueva York, Panamá, Costa Rica, Argentina, Roma y Canadá.
Y tengo que decir que a pesar de todas las críticas que nuestros adversarios puedan poner en circulación, he encontrado una gran satisfacción personal. Hace unas semanas, en una cena en Londres en honor del soldados de la IDF, me interesé por la familia del comensal que tenía a mi lado. Sus padres se habían conocido en Auschwitz y habían sobrevivido para engendrarle. Me miró y me dijo claramente emocionado: ¿Mi familia? Quiero que sepa que en estos momentos mi familia es usted.
Momentos como esos disipan los malos tragos de ser criticado por todos aquellos que no entienden lo que en realidad está en juego.
Nuestro deseo es seguir defendiendo estas ideas porque de esa forma creemos que contribuimos a una mejor defensa de todo Occidente, algo que nos parece vital y urgente.
Tenemos grandes planes para el año que viene y les rogaría a todos ustedes que se acercaran a nosotros y nos siguieran. En nuestra página web pueden encontrar toda la información al respecto y espero que la visiten. Solamente adelantarles que planeamos una gran reunión en Praga en la primavera seguida de otra en Varsovia, así como en Bruselas y otros lugares. Todo está disponible en la web.
Quiero decirles también que estoy convencido de que ha llegado el momento de que el cristianismo y el judaísmo, que compartimos lo bueno y lo malo, los valores de la dignidad humana, del pluralismo y de iniciativa y libertad individual, y también nuestros enemigos, el radicalismo islamista y la jihad global, acerquemos posiciones y nos reforcemos mutuamente.
Desde luego ni podemos ni queremos contentarnos con predicar en terreno abonado y aspiramos a alcanzar a sectores que objetivamente deberían estar con Israel aunque aún no lo sepan.
Porque Israel está en juego, pero Israel es la primera línea de defensa de todo Occidente.
Y sin más concluyo, agradeciendo de nuevo a la comunidad judía de Madrid la posibilidad de haber compartido con ustedes mis ideas. Que no son sino las de contribuir a que Israel pueda vivir en paz y ser tratado como cualquier otra nación entre las naciones. ¡Ni más, ni menos!.
Muchas gracias.
(Discurso de D. José María Aznar el 11 de diciembre de 2010 con motivo del Premio Or Hanuká, recibido en Madrid)
No hay comentarios:
Publicar un comentario