El Tratado judeo-romano fue un acuerdo entre Judas el Macabeo y la República de Roma firmado en 161 a EC según el Libro I de Macabeos y “Las Antigüedades Judías” de Flavio Josefo.
CONTENIDO
El Tratado fue firmado durante la rebelión de los Macabeos contra el imperio greco-sirio del reino de la dinastía seleúcida. Durante este periodo el poder de Roma ante la influencia helenística iba en crecimiento. Roma había humillado recientemente al rey Antíoco IV Epífanes al obligarle a abandonar sus pretensiones sobre el Egipto ptolemáico y abandonar la lucha que sostenía con el Faraón bajo pena de invasión por parte de Roma ya que esta se abastecía del trigo producido por los egipcios. Anteriormente hizo lo propio con el padre de este rey, Antíoco III Magno al vencerle en la batalla de Magnesia y obligarle a satisfacer a Roma, según el tratado de paz de Apamea, con unas cantidades anuales de impuestos sobre la victoria.
Ante esta tesitura Judas envío una delegación hebrea al mando de Jasón, hijo de Eleazar, su sobrino, y a Eupolemo, hijo de Juan, hijo de Acco, para negociar dicho tratado de amistad y no agresión ante el Senado de la República romana. Después de arduos debates en el senado romano la propuesta de los judíos fue aceptada y se firmó dicho tratado.
En Macabeos I, el tratado va precedido de varios párrafos como introducción alabando, como era habitual en la época, el poder de Roma y su sistema único de gobierno hasta entonces conocido. Las cláusulas indicaban el compromiso de cada una de las partes en ayudarse mutuamente en caso de ser atacadas alguna de ellas. En el tratado también se daban garantías de que Roma impediría al rey Demetrio I atacar a los judíos. En Macabeos I, capítulo 8, 23-32, se lee:
«Salud a los romanos y al pueblo judío por mar y por tierra para siempre y que la espada y el enemigo estén siempre lejos de ellos. Si el pueblo de los romanos fuera el primero en ser atacado o lo fuese alguno de los aliados en todo su imperio, el pueblo de los judíos prestará auxilio, según las circunstancias lo dicten, con plena lealtad. Al enemigo no le dará ni suministrará trigo, armas, plata ni naves. Esta es la voluntad de los romanos, y guardarán este convenio sin compensación ninguna. Asimismo, si primero el pueblo de judío es atacado, los romanos le ayudarán lealmente según las circunstancias lo dicten, y al enemigo no le4 darán ni trigo, ni armas, ni plata, ni naves. Tal es la voluntad de los romanos. Conforme a estas condiciones se conciertan los romanos con el pueblo judío. Si después de este acuerdo unos y otros quisieren añadir o quitar alguna cosa, podrán hacerlo a voluntad, y lo añadido o quitado será o dejará de ser valedero. Cuanto a los daños que les ha causado el rey Demetrio, ya hemos escrito a éste diciendo: ¿Por qué impones tan pesado yugo sobre nuestros amigos y socios los judíos? Si vuelven a quejársenos de ti, les haremos justicia, haciéndote la guerra por mar y por tierra».
Debido a que el tratado no se menciona en ninguna de las fuentes no judías, algunos estudiosos han dudado de que sea real. AN Sherwin-White sostuvo que se trataba de un fraude perpetrado para ensalzar la política de los Macabeos. Por otra parte, el erudito israelí, Dov Gera afirma su autenticidad ante la similitud de forma entre este tratado romano-judía y otros acuerdos similares firmados en la época.
Fuentes:
- I Macabeos: Capítulo 8 versículos 23 a 32..
- Flavio Josefo: Antigüedades de los Judios: Libro XII.
- Gera, Dov. (1998). Judea in Mediterranean Politics 219-161 B.C.. Leiden: Brill.
- Sherwin-White, AN (1984). Roman Foreign Policy in the East 168 BC to 1 AD. Londres: Duckworth.
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