Tras la muerte de Judas (160 a JC), le sucedió su hermano, Jonatan Apfús (160-142 a JC), que fue nombrado sorprendentemente para encabezar y continuar con la rebelión. En el año 152 a JC, tras la sospechosa muerte del Sumo Sacerdote, el traidor Alcimo, usurpó, apoyado por gran parte de su ejército, tan alto cargo. Aunque toda la familia de Matatías era de una estirpe sacerdotal menor (eran levitas), no pertenecía a la rama de Aarón (hermano de Moisés), que era la única con derechos al sumo sacerdocio según la observancia más estricta de la Torah, los saduceos si pertenecían a la rama aaronita. Eso dio lugar a una ruptura entre los seguidores de los asmóneos. Los asídeos y los fariseos, que hasta entonces habían peleado brava e incondicionalmente con la insurrección nacionalista e independentista macabea junto con algunos sacerdotes radicales se apartaron del templo y sus instituciones dando origen a la formación de los esenios . Más adelante, en 142 a JC, tiene lugar la persecución y exilio de su líder, el Maestro de Justicia, en las cuevas de Qumrán donde fue arrestado y, posteriormente, ejecutado por orden del Sumo Sacerdote Jonatan. Otros radicales formaron un nuevo grupo llamado los zelotes o celadores de Dios, siendo partidarios de la lucha armada y de hostigar a todo aquel que no fuera judío dentro de la ortodoxia, pero todavía no era operativo, les faltaba organización y seguidores. Los zelotes optaron por no ir a las cuevas de Qumrán y mezclarse entre sus compatriotas como unos ciudadanos más.
Jonatan, supo aprovecharse de la extrema debilidad del imperio seléucida dividido entre dos facciones enfrentadas la de Demetrio I y, la de su supuesto hermano bastardo, Alejandro Balas . Jonatan fue muy hábil para jugar en ambos bandos siempre en función de su ambición política de total independencia. Durante años se dedicó a consolidar las posiciones conseguidas por su hermano Judas Macabeo. Con el empezaba a vislumbrarse la dinastía Asmónea aunque aun no era totalmente efectiva.
Cuando hubo la evicción de Alejandro Balas por Demetrio II, hijo de Demetrio I, aprovecho Jonatan para anexionarse nuevos territorios, a pesar de ello, Demetrio II lo consintió e incluso llegó a retirar la guarnición siria del Akra de Jerusalén ya que necesitaba el apoyo de Jonatan y los 3000 infantes que este le proporcionaba.
A la muerte de Alejandro Balas, Trifón proclamó rey de Siria al hijo de éste, Antíoco VI, quedando el como regente del reino. Su política era contraria a la del sumo sacerdote Jonatan y, con el pretexto de entablar negociaciones, lo encerró en la fortaleza de Ptolemaida. El pago de un rescate y la entrega de sus dos hijos como rehenes no bastaron y Trifón ordenó asesinarlo antes de partir hacia Siria. Jonatán murió violentamente del mismo modo como murieron todos los hermanos Macabeos. Su hermano Simón hizo conducir sus despojos hasta el panteón familiar de Modín donde se hallaban enterrados su padre y su hermano Judas.
Le sucedió el propio Simón, de sobrenombre Tasi (143-134 a JC), el único de los hermanos que quedaba con vida, éste unió en su persona la función religiosa de Sumo Sacerdote y la jefatura política de Etnarca, sin llegar a autoproclamarse Rey. Consiguió de Demetrio II la total exención de impuestos, lo cual suponía de facto la plena independencia con respecto al poder de los sirios. Simultáneamente abolió la era seléucida como modo de datación cronológica, acuñó por primera vez su propia moneda y, a todos los efectos, gobernó como un autentico soberano independiente. Al igual que sus hermanos antes que él, Simón buscó siempre el favor y la protección de Roma, siempre dispuesta a debilitar el poder de los seléucidas. Tuvo que superar numerosas escaramuzas con la guarnición siria en Israel. En 142 a JC tomó Jerusalén, Jope, Gazara y Bet Zur. El pueblo judío le confirmó en los títulos arrebatados a los sirios. En 140 a JC, un decreto del Consejo Supremo de la Revolución lo nombro Nasí, Príncipe de todos los judíos y estratego (gobernador) vitalicio del estado judío hasta la llegada de un Mesías Ungido. También lo confirmó como Sumo Sacerdote cosa que no sucedió con su hermano. De hecho, con él, da comienzo la dinastía de los Asmóneos la cual acabó siendo reconocida por la diplomacia romana.
A pesar de todo ello, Antíoco VI, rey seléucida de Siria, continuó las hostilidades contra el pueblo de Judea. En 134 a JC, Simón obtuvo una gran victoria al derrotar en Gazara al general sirio Cenbedeo.
Su yerno Ptolomeo, gobernador de Jericó, ansioso de poder al igual que su propia hija, utilizaron dicha victoria para ofrecer un banquete de homenaje a el y a sus hijos y esposas en la fortaleza de Doc, junto a Jericó y aprovecharon la ocasión para asesinarles durante la comida. Zenón, el chambelán de Ptolomeo, asesinó fríamente a Simón y a los hijos de este, Juan Simón y Matatías además de a sus respectivas esposas, lo cual nos hace ver lo turbulentos que fueron aquellos tiempos en los que la casi totalidad de los reyes y pretendientes antioquenos así como los dirigentes judíos murieron violentamente.
Solo se salvó de la masacre su hijo Juan Hircano que se encontraba inspeccionando el territorio.
Así pues, Juan Hircano (134-104 a JC) siguiendo la línea dinástica sucede a su padre Simón pero aún va más lejos, proclamándose rey y ampliando el territorio judío hasta los límites que había alcanzado en su momento de mayor esplendor, en tiempos de David y Salomón. Entre sus conquistas se cuenta la Idumea y la Samaría. Hircano llevó a cabo una intensa judaización de su reino (destrucción del templo samaritano del Garizín en el 128 a JC), forzando a sus habitantes a circuncidarse o exilarse.
Pese a estos éxitos militares, Juan Hircano vivía más como un monarca helenístico que como un verdadero sacerdote judío, y los sectores más tradicionalistas criticaron muy duramente la identificación entre la realeza y el sacerdocio, reclamando una separación de ambas funciones. En este contexto volvieron a resurgir los grupos fariseos y asideos.
Pronto alcanzaron gran prestigio entre el pueblo, pretendieron influir en la política judía y fueron entrando en conflicto con la dinastía asmonea que se iba helenizando cada vez más. A la muerte de Juan Hircano, uno de sus hijos, Aristóbulo I, hizo matar a su madre y a su hermano Antigono. Su reinado fue muy breve, apenas dos años, pero en este tiempo consiguió seguir ensanchando las fronteras del reino conquistando la Iturea y forzando a la población a judaizarse a través del culto y la circuncisión forzosa.
A la muerte temprana de Aristóbulo, su viuda Alejandra Salomé, siguiendo la tradición judía, contrajo matrimonio con el hermano de éste y, por lo tanto cuñado, Alejandro Janeo, que será el más brillante de los reyes asmoneos (103-76 a JC). En su época se agudizó el conflicto con los fariseos que tomaron parte en un levantamiento general contra su monarquía con ayuda extranjera. Janeo respondió con una violenta represión (más de 3000 fariseos fueron crucificados), pero a su muerte encomendó a su sucesora, la reina viuda Alejandra, que actuara de forma más conciliadora.
Alejandro Janeo siguió la política expansionista de sus predecesores y extendió su dominio sobre casi todas las ciudades costeras, y muchas de las ciudades de la Decápolis en la Transjordania. Al final de las campañas de la dinastía asmonea, los judíos consiguieron recomponer un reino casi tan extenso como el atribuido a David en la Biblia. En su política de limpieza étnica intentó crear una homogeneidad judía, forzando a los extranjeros a judaizarse o exiliarse.
Alejandra Salomé (76-67 a JC) asumió el poder tras la muerte de su marido y realizó un cambio brusco de política. Admitió a los fariseos en el consejo real (Gran Sanedrín), al lado de los saduceos, con lo cual su influencia se acrecentó notablemente. Los asídeos se volvieron a Qumrán.
Dado que no podía ejercer la función sacerdotal por ser mujer, Alejandra confió este puesto a su hijo mayor Hircano II, hombre débil e influenciable, sometido al su consejo de Antípatro el idumeo, puesto que ocupaba por expreso deseo de Roma.
A la muerte de Alejandra, su hijo pequeño Aristóbulo, se proclamó rey, deponiendo a su hermano mayor Hircano al que hizo desfigurar la cara (mandó que le cortaran la nariz) motivo por el cual, al estar deforme, ya no podía ejercer el sumo sacerdocio. Hircano tuvo que huir y refugiarse con los nabateos. Aconsejado por su canciller Antípatro, entró en negociaciones con el triunviro Pompeyo Magno . Este laureado general romano era el representante de Roma, la nueva potencia mediterránea, que se encontraba por entonces en la zona, donde había anexionado los últimos restos de la monarquía seléucida transformando a Siria en provincia romana.
Pompeyo decidió apoyar la causa de Hircano II porque le vio más manipulable. Las legiones romanas consiguieron hacerse con Jerusalén y apresar a Aristóbulo y a sus hijos a quienes llevó consigo a Roma encadenados como cautivos.
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