sábado, 12 de junio de 2010

ALEJANDRO MAGNO - El Imperio Griego


Alejandro Magno entró en Jerusalén en el año 333 a.E.C. inaugurando así una nueva etapa en la historia del pueblo judío. Alejandro, trató de realizar una síntesis entre el mundo oriental y el occidental.

Organizó una gran boda en Susa, en la que él, sus generales y otros diez mil macedonios se casaron con mujeres de la nobleza persa. Pero a pesar de sus esfuerzos no consiguió que Persas y Macedonios fueran un solo pueblo. Como los reyes persas, Alejandro siguió también una política de gran tolerancia religiosa. Apenas hay alusiones en la Biblia a Alejandro. Sólo en Dn 8,5, un macho cabrío de occidente, quizás Za 9,1-8 y 1 Mc 1,1-7.
En realidad las guerras de Alejandro no afectaron a Judea, y la tolerancia de Alejandro no supuso ningún cambio sustancial para aquella pequeña provincia que cambiaba de
dueño. En el año 200 a.E.C. Antíoco III, en el curso de la quinta guerra siria conquista Judá, incorporándola al reino seléucida. La batalla decisiva se libró en Panium (Banias), cerca del templo del dios Pan. El general egipcio Escopas, fue totalmente derrotado a manos del ejército de Antíoco III el Grande. Los lágidas, como hemos dicho se habían mostrado muy tolerantes para con la cultura y la religión judía. Sin embargo los seléucidas intentaron apretar el pedal de la helenización. A partir de este momento se acentuó la tensión entre los judíos helenizantes (admiradores de la cultura griega y partidarios de cambiar la tradición hierocrática judía por un sistema democrático) y los tradicionalistas (los puros o hasidim). La situación se fue enrareciendo cuando Jasón primero, y Menelao después, representantes de un judaísmo helenizante y sin escrúpulos. acceden ilegítimamente al sumo sacerdocio, gracias al apoyo que el rey de Antioquía les presta a cambio de importantes sumas de dinero. El conflicto de fondo es más un conflicto civil entre judíos que una guerra
entre los judíos y los sirios. Es el partido judío helenizante el que acudió a Antíoco pidiéndole su protección, y exigiendo que acelerase el proceso helenizador de las instituciones. Antíoco III el vencedor de Panium, fue poco después aplastado por los romanos en la batalla de Magnesia, (189 a.E.C.) y en la humillante paz de Apamea se vio obligado a pagar unas cuantiosísimas indemnizaciones de guerra a los romanos. Esto acentuó mucho en adelante la necesidad de
fondos de los seléucidas, y su afición a confiscar los bienes de las provincias, especialmente los templos de los dioses que cumplían entonces la función de los bancos.Su sucesor Antíoco IV, con la complicidad del sumo sacerdote Menelao, saqueó el templo de Jerusalén e impuso allí el culto de Zeus, lo cual constituyó el último determinante de la revuelta nacionalista de los Macabeos.
Este culto de Zeus en el interior del templo de Jerusalén es lo que el libro de Daniel designa como abominación de la desolación (Dn 11,31; 12,11). Para controlar mejor la ciudad los sirios construyeron cerca del templo una gran fortaleza conocida con el nombre de Acra, desde donde
ejercían su supremacía militar sobre toda la ciudad. Matatías ben Hasmón y sus hijos fueron los dirigentes de la revuelta. En un principio el objetivo era mantener la pureza de la religión frente a las contaminaciones idolátricas de los griegos. A este efecto los macabeos en los comienzos de su revuelta se vieron apoyados por el partido de los hasidim, los judíos celosos de la Ley. Pero como veremos los hasidim acabarán enfrentándose a la dinastía nacida de los macabeos, una vez que el éxito militar de la revuelta llevó a la dinastía asmonea a ambicionar la independencia política desconocida por los judíos desde el final de la monarquía
davídica. Matatías murió poco después de la sublevación (167 a.E.C.). Su sucesor al frente de la sublevación fue su hijo Judas Macabeo, que tras los triunfos espectaculares en las batallas de Bet Horon, Emaús y Bet Zur logró entrar triunfalmente en Jerusalén y purificar el templo (164 a.E.C.), pero no consiguió tomar el Akra, la fortaleza de los seléucidas junto al templo. El aniversario de esta rededicación del Templo el día 25 de Kislev (Diciembre)
pasó a convertirse en la popular fiesta judía de Hanukkah, en la que se encienden las luminarias, el candelabro de los ocho brazos, y se recuerda el prodigio de que el fuego que ardía permanentemente delante del santuario fuera hallado ardiendo todavía milagrosamente.Estas guerras se nos cuentan en los libros primero y segundo de los Macabeos, que se consideran libros deuterocanónicos por no estar incluidos en la Biblia judía ni tampoco en la de las Iglesias protestantes que siguen el canon judío.





jueves, 10 de junio de 2010

LOS ESENIOS



Los Esenios eran una secta judía, cuyo origen se remonta al hijo adoptivo de Moisés, llamado Esén, aproximadamente 1.500 años a EC.
Sobre el origen de la palabra esenios se han tejido varias hipótesis: puede significar "santos", en griego ossa, una referencia a "los piadosos" hasidei, en arameo hesé; o venir del hebreo, osei hacedores (de la Ley), eça consejo o assayya sanadores o terapeutas. El Talmud los llamó "bautistas matinales" (tovilé shahrit). Escritos árabes se refieren a ellos como magaritas, "de las cuevas".
Durante mucho tiempo fueron sólo conocidos por las referencias de autores antiguos, tales como Plinio el Viejo, Flavio Josefo, Filón, Dión Crisóstomo, Hipólito de Ostia y Epifanio de Constancia. De ellos se sabe hoy mucho más, gracias al descubrimiento en 1947, de los Manuscritos del Mar Muerto.
Tras la revuelta Macabea (166-159 a. EC.), que habían apoyado pero cuyos resultados finales no compartieron, se retiraron al desierto para "preparar el camino del Señor", bajo el mando de un nuevo líder, el Maestro de Justicia.
Si alguien deseaba ser miembro de la comunidad (Yahad) debía ser instruido, aceptado y luego pasar dos años de prueba para ingresar definitivamente. A los que hacían el juramento y entraban en la comunidad se les exigía una vida entera de estudio de la Ley, humildad y disciplina. No volvían a jurar pues estaban obligados a decir siempre la verdad. Sus bienes pasaban a ser parte de toda la comunidad y, al igual que los frutos del trabajo personal, se distribuían según las necesidades de cada uno, dejando una parte para auxiliar a pobres, viudas, huérfanos, mujeres solteras de edad, desempleados, forasteros y esclavos fugitivos que, sin ser integrantes de la comunidad, requirieran ayuda. Se imponía también la observancia de un estricto código de disciplina, cuya base era la corrección fraterna mutua. Las mujeres no eran aceptadas dentro de la comunidad, y sólo los hombres podían ser miembros de ella.
Administraban la interpretación última de la Ley que había sido revelada a su fundador, a quien se hace referencia en sus escritos como el Maestro de Justicia. Este personaje, del que se especula más gracias a los manuscritos del Mar Muerto, actuó hacia el 150 a. EC. y se habría opuesto al Sumo Sacerdote Jonatán, hermano de Judas Macabeo, al considerar que había abandonado la fidelidad a Dios. Sus seguidores marcharon a Qumrán, sitio que los integrantes de la comunidad llamaron Damasco. La arqueología muestra que la ocupación de Qumrán fue intensa del 103 al 76 a. EC., durante los reinados de Aristóbulo I y Alejandro Janeo, quienes persiguieron cruelmente a sus opositores.
El esenismo no se limitó a Qumrán. Se sabe que en el siglo I en Jerusalén había un barrio esenio. Muchos esenios, unos 4.000, según Flavio Josefo, vivían en las ciudades, de una forma particular, pacifista, en comunidad de bienes, manifestando su doctrina. Según este autor, parte de los esenios no se casaban, pero otros por el contrario sí lo hacían. Entre estos últimos estaban los de Qumrán, que debían contraer matrimonio a la edad de 20 años.
La comunidad de Qumrán, se autosostenía con los trabajos agrícolas. En las ruinas es notable el número de depósitos de agua. Estos eran imprescindibles para las necesidades físicas de la comunidad en medio del desierto, pero también desempeñaban una parte importante de su ritual, que incluía numerosos lavados. Se supone también que dentro de sus leyes y deberes los esenios eran vegetarianos.
Estudios recientes, particularmente los relacionados con la Dra. Rachel Elior de la Universidad Hebrea de Jerusalén, sugieren que los manuscritos del Mar Muerto o rollos de Qumrán, no fueron escritos por los Esenios, sino por sacerdotes expulsados del templo de Jerusalén. Para Elior los Saduceos, una secta descendiente del sumo sacerdote Sadoc que ungió a Salomón como rey, son los verdaderos autores de los rollos de Qumrán, mismos que pertenecieron al Templo y se trasladaron al Mar Muerto con la intención de protegerlos. Rachel Elior también afirma que los Esenios fueron introducidos por el historiador Flavio Josefo, mientras que no existe mención alguna de los Esenios en los manuscritos del Mar Muerto; a la vez que no se encuentra testimonio histórico de los Esenios en fuentes hebreas o arameas. Considerando atípico que personas que hubiesen coexistido en vida comunitaria de forma parca y frugal –contrario a la ley de la Torah– no aparezcan mencionados en fuentes hebreas.
Se ha especulado con que Jesús de Nazaret y Juan el Bautista tenían relación con ellos o incluso pertenecían a la secta. Entre ellos se ha querido ver el germen del cristianismo y Renan llegó a escribir que "el cristianismo fue en gran medida el esenismo triunfante"
Respecto a si Jesús perteneció a la congregación de los esenios, se tiene una referencia en el evangelio de Juan capítulo 10 donde habla que Jesús asistió a la fiesta de la Dedicación o Januca de lo cual se sabe que los esenios no compartían dicha fiesta por considerarla ilegal. Lo cierto es que la Biblia no hace referencia alguna al término Esenio o alguna comunidad con tales características; tampoco se ha encontrado testimonio histórico de los Esenios en fuentes hebreas o arameas.


YOSEF BAR MATTITYAHU (Flavio Josefo)



Flavio Josefo fue un historiador judío nacido el año 37 de la EC, en Jerusalén; murió aproximadamente hacia el 101. Pertenecía a una distinguida familia de la casta sacerdotal; sus antepasados paternos conocidos se remontan, con toda seguridad, hasta cinco generaciones; la familia materna se consideraba descendiente de los Asmoneos o Macabeos. Recibió una buena educación y sus relaciones con gente de estudios selecta le permitieron desarrollar sus dotes intelectuales, en especial su memoria y su capacidad de juicio. Su formación le convirtió en un experto en las tendencias y en los principales partidos político-religiosos judíos de su época - los esenios, los fariseos y los saduceos. También tuvo una gran relación con los zelotes.

Impresionado por la gran importancia del partido fariseo y esperando afianzarse en una posición de influencia, se unió a dicho partido a los diecinueve años, aunque no compartía ni sus puntos de vista religiosos, ni los políticos. Se traslada a Roma el año 64 para conseguir de Nerón la libertad de algunos sacerdotes judíos encarcelados que eran amigos suyos. Tuvo éxito al ganar el apoyo para su causa de Sabina Popea, esposa del emperador. Pero deslumbrado por la brillante vida de la corte de la metrópoli del mundo conocido hasta entonces, se fue alejando de la sensibilidad estricta judía cuya lucha contra el paganismo consideraba inútil. Después de su vuelta a Jerusalén, en el año 66 estalló la gran revuelta judía. Como la mayoría de la aristocracia judía, al inicio no compartía la revuelta de sus conciudadanos pero a pesar de ello si compartía la defensa de su soberanía y de sus sentimientos religiosos ultrajados; Cuando la suerte parecía favorecer a los insurgentes, al principio, Josefo con el resto de la nobleza sacerdotal se une a la rebelión, fue escogido por el Sanedrín de Jerusalén como Comandante en Jefe de Galilea. Como tal estableció en cada ciudad un consejo de jueces cuyos miembros eran reclutados entre los que compartían sus puntos de vista políticos. Realizó las negociaciones diplomáticas y sus funciones militares con prudencia y astucia. Aunque al principio los judíos tuvieron éxito, cuando el General Vespasiano avanzó con el ejército principal desde Antioquia a sangre y fuego, los insurgentes huyeron o se refugiaron en sus fortalezas. Josefo y otros valientes se defendieron durante seis semanas en la fortaleza, casi inexpugnable, de Jotapata. En el verano del año 67, cuando la guarnición estaba exhausta por la falta de agua y provisiones, los romanos tomaron la ciudadela; la mayoría de los patriotas fueron pasados a cuchillo, pero Josefo escapó de la masacre ocultándose en una cisterna de difícil acceso y saliendo de la misma solo cuando estuvo seguro de que su vida sería respetada. Llevado a presencia del general victorioso, para congraciarse con Vespasiano hizo gala de su gran formación, lo que le permitió ser ascendido a caballero del imperio, junto con Tito, hijo de Vespasiano. A pesar todo ello, Vespasiano lo mantuvo como siervo y solo lo liberó en el año 69 cuando fue nombrado emperador Vespasiano.

Como un liberto de Vespasiano, Josefo asumió de acuerdo con la costumbre romana el apellido de Vespasiano Flavio. Él acompañó al emperador incluso hasta Egipto, y cuando este último pasa a su hijo la tarea de continuar la Guerra judía, entonces se une al séquito de Tito, y es testigo ocular de la destrucción de la Ciudad Santa y su Templo. A su propio riesgo personal intenta persuadir a los judíos a que se rindan. Cuando la ciudad es conquistada se fue a Roma con Tito, y tomó parte en el último desfile triunfal. Pero todas estos acontecimientos no hirieron el sentimiento de honor patriótico de Josefo; al contrario, acepta el privilegio de la ciudadanía romana en reconocimiento a sus servicios, y la concesión una renta anual y tierras en Judea. Los emperadores subsiguientes, Tito y su cruel hermano Domiciano, también se comportaron amablemente con Josefo, y confirmaron su trato con muchas pruebas de distinción.

En la corte le permitieron dedicarse hasta su muerte con exclusividad a su trabajo literario falleciendo probablemente durante en tiempos de Trajano hacia el 101. Tanto en su vida, como en sus escritos, siguió una política a medias entre la cultura judía y la pagana, por lo que sus compatriotas judíos le acusaron de inmoral e hipócrita. Sus obras están escritas en un griego elegante, para influir en la clase elegante de su tiempo y combatir diversos prejuicios antijudíos.

La primera obra de Josefo fue la "La guerra de los judíos" de siete tomos. Se basa principalmente en notas de sus memorias tomadas durante la guerra por la independencia (66-73 de la EC), en las memorias de Vespasiano, y en las cartas del Rey Agripa. Mientras su historia de los sucesos bélicos es fiable, el relato de sus propios hechos esta muy impregnada de una exagerada auto adulación.

El segundo trabajo de Josefo, las "Las Antigüedades Judías", contiene en veinte libros la historia entera de los judíos desde la Creación hasta el comienzo de la revuelta el 66 de la EC. Los libros del I-XI están basados en el texto de los Setenta, aunque también se recogen relatos tradicionales de tiempos antiguos vivos entre los judíos de su época. También cita numerosos pasajes de autores griegos cuyas escritos se han perdido. Por otro lado hizo concesiones al gusto de sus contemporáneos gentiles con omisiones arbitrarias, del mismo modo que embellece gratuitamente ciertas escenas. En los libros XII-XX narra la historia anterior a la venida de Cristo y la fundación del Cristianismo, y es nuestra única fuente para muchos hechos históricos. En estos libros el valor de sus declaraciones esta reforzado con la inserción de fechas que están contratadas por otras fuentes, y por la cita de documentos auténticos que confirman y complementan la narrativa Bíblica. La historia de Herodes el Grande se contiene en libros XV-XVII. El libro XVIII contiene en el capítulo III el pasaje famoso donde se menciona al Jesús de Nazaret con las palabras siguientes:

"Aproximadamente este tiempo vivió a Jesús, un hombre lleno de sabiduría, si de hecho uno puede llamarle hombre. Porque realizaba hechos increíbles, y era maestro de los que se alegraban con la verdad. Atrajo hacia sí a muchos, judíos y gentiles. Él era el Cristo. Por la acusación de las autoridades de nuestro pueblo, Pilato lo condenó a muerte en la cruz; no obstante aquéllos que lo habían amado antes le permanecieron fieles. Al tercer día se les apareció de nuevo vivo, entro otras mil maravillas, tal y como lo habían predicho los profetas enviados por Dios. Y al día hoy el pueblo de los que se llaman cristianos después de Él permanece."

Se califica la obra de Josefo como valiosísima para la historia del pueblo escogido por el hecho que las "Antigüedades" testifican la verdad de la Revelación Divina tanto para los judíos como para los cristianos, y porque confirma la historicidad de hechos relatados en la Biblia por el testimonio incontrovertible de autores paganos. Los relatos de los sucesos del levantamiento y de las relaciones entre de las diferentes sectas judías, son de gran importancia para la historia y sufrimientos del Salvador; sus informaciones respecto: a la corrupción de las costumbres e instituciones judías antiguas, su testimonio de los conflictos internos de los judíos, y por último su relato de la última guerra con los romanos que acabaron con la independencia nacional de los judíos, son de gran importancia como fuentes históricas.

Las obras de Josefo se tradujeron al latín en una fecha temprana. Cuando se inventó el arte de la impresión, sus obras circularon en todos los idiomas

LOS ZELOTES
















Movimiento político-religioso nacionalista en el Israel del siglo I fundado por Judas el Galileo, tambien llamado Judas de Gamala, y por el fariseo Zadoc. El nombre, en hebreo qanaim, de קנא, "celar", el celo por Yahvé guardado por sus miembros (Números 25:10-11; 1Reyes 19:10).

Su objetivo era la creación de la Gran Nación Judía en Eretz Israel absolutamente independiente del Imperio Romano mediante la lucha armada tal y como sucedió en la Gran Revuelta Judía del 66-73 de nuestra Era Común durante la cual controlaron Jerusalén hasta que la ciudad fue tomada por las legiones romanas de Tito, que destruyeron el Templo, refugiándose posteriormente en la fortaleza de Masada, último bastión zelote, donde prefirieron el suicidio colectivo de todos sus defensores antes que ser esclavizados por las autoridades romanas invasoras.

Los zelotes fueron la facción más violenta del judaísmo de su época, enfrentándose frecuentemente a otras facciones como los fariseos moderados o los saduceos colaboracionistas, a quienes acusaban de tener “culto” por el dinero. El vocablo zelota ha pasado a ser sinónimo en varios idiomas de intransigencia o radicalismo militante.

Algunos historiadores los consideran como uno de los primeros grupos terroristas de la historia ya que utilizaban el homicidio de civiles que a su entender colaboraban con el gobierno romano, para disuadir a otros de hacer lo mismo. Dentro del movimiento zelota, una facción radicalizada conocida como los sicarios, se distinguió por su particular virulencia y sectarismo.

Judas el Galileo es mencionado como uno de sus líderes más relevantes y recordado por sus acciones en la época del primer censo en Judea, el censo ordenado por Augusto a su legado en Siria, Quirino.

martes, 8 de junio de 2010

LOS SADUCEOS

El origen del partido saduceo probablemente se remonta a la protesta de muchos sacerdotes, cuando en el año 175 a JC fue interrumpido el ejercicio y la sucesión legal del Sumo Sacerdocio en el Templo de Jerusalén. El cargo que fue comprado al rey seléucida Antíoco IV Epífanes y usurpado por Jasón, hermano de Onías III y legítimo Sumo Sacerdote. La venta del Sumo Sacerdocio por el rey seléucida recayó luego en Menelao de la familia de los Tobías, hermano Simón el preboste o administrador del Templo, quien logró derrotar a Jasón. El comercio del más alto cargo religioso tuvo como corolario la sustitución de las costumbres judías por las griegas, la imposición del culto a los dioses griegos y la persecución de los judíos que seguían fieles a la Ley.

El sacerdote Matatías y sus hijos, entre ellos Judas Macabeo, desencadenaron una rebelión guerrillera, que finalmente logró en diciembre de 164 a JC volver a purificar el Templo. Después de grandes combates contra Demetrio I Sóter, quien intentó imponer como Sumo Sacerdote a Álcimo, y tras la muerte en combate de Judas Macabeo, su hermano Jonatan fue designado en el 149 a JC Jefe Militar. Asesinado Jonatán, su hermano Simón Tasí asumió el la jefatura y además fue confirmado en el 142 a JC como Sumo Sacerdote por el nuevo rey Demetrio II. En el 141 a JC se convirtió en gobernante independiente y desde ahí se afianzó la preeminencia en el Templo de un grupo de sacerdotes, que luego serían conocidos como partido saduceo. El hijo del anterior Sumo Sacerdote Onías III, Onías IV y un grupo de seguidores no habían reconocido las nuevas jerarquías y establecieron otro Templo en Leontópolis (Egipto). Los saduceos apoyaron firmemente al hijo de Simón, Juan Hircano, quien además de ejercer como Sumo Sacerdote, en la práctica se hizo rey (134-104 a JC) y logró convertir el nacionalismo defensivo Macabeo, en un nacionalismo agresivo y expansivo, que le permitió conquistar a los países y pueblos vecinos, a los cuales obligó a judaizarse. De esta época data el enfrentamiento frontal de los saduceos con los fariseos, opositores a Juan Hircano. Las diferencias religiosas entre los dos grupos se convirtieron en choques políticos que se agudizaron durante el reinado de los dos hijos de Juan Hircano, Aristóbulo I (104-103 a JC), quien encarceló a su propia madre y la dejó morir de hambre en prisión, y Alejandro Janeo (103-76 a JC). Este último hizo crucificar a tres mil fariseos que se habían rebelado. La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé, que reinó del 76 al 67 a JC, rechazó la hegemonía saducea y rehabilitó a los sacerdotes fariseos. Su hijo Hircano II, como Sumo Sacerdote, tuvo el apoyo fariseo. El hermano menor de éste, Aristóbulo II, se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, quien buscó refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con apoyo fariseo sitió Jerusalén en el 65 a JC, pero fue derrotado debido a que los romanos apoyaron a Aristóbulo II. Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en el 63 a JC y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea. En el 40 a JC, Antígono, hijo de Aristóbulo II, con apoyo del Imperio Parto y de los saduceos, tomó el poder, detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes, que había huido, y el general romano Socio reconquistaron Jerusalén en el 37 a JC El poder de los saduceos comenzó a decaer paulatinamente desde entonces, aunque se mantuvo, relegado al Templo, por un siglo. Entre los rabinos del siglo II circuló la siguiente leyenda: Antigonus de Soko, el sucesor de Simeón el Justo, el último de los Hombres de la Gran Asamblea, y por tanto viviendo en el tiempo del influjo de ideas helenistas, enseñó la máxima, "No seáis como sirvientes que sirven a su maestro por una recompensa, sino como los que sirven sin pensar en recibir una recompensa”; después de lo cual dos de sus discípulos, Zadok y Boethus, confundiendo el alto significado ético de la máxima, llegaron a la conclusión de que no había futura recompensa, diciendo, "¿Qué sirviente trabajaría todo el día sin obtener su recompensa debida por la tarde?" Instantáneamente se separaron de la Ley y vivieron en gran lujo, utilizando muchas vasijas de plata y oro en sus banquetes; y establecieron escuelas que declaraban el disfrute de esta vida como la meta del hombre, compadeciéndose al mismo tiempo a los fariseos por su privación amarga en este mundo sin ninguna esperanza en otro mundo para compensarlos. Estas dos escuelas se llamaron, tomando sus nombres de sus fundadores, saduceos y betusianos. Los saduceos eran los miembros de la clase alta de la sociedad judía de esa época, por lo que todos los conquistadores buscaron su apoyo para poder someter al pueblo. Esta efectivamente era la política de estado de este grupo, es decir, eran los colaboracionistas, que se sometían al poder extranjero, ya sean griegos o romanos, y adoptaban sus modas y cultura, por lo que eran muy odiados por el grupo más extremista, los zelotes. Esta sumisión al poder les permitía tener los cargos públicos más importantes; el sumo sacerdote era miembro de este grupo, así como la aristocracia y los principales propietarios de tierras. En la época en que vivió Jesús (siglo I) se encontraban muy reducidos en su poderío, ya que los romanos les habían quitado su poder político, y parte de su poder religioso (los romanos se reservaban el poder de elegir al sumo sacerdote); además, habían perdido su influencia religiosa ante el pueblo en manos de los fariseos. Casi todos ellos se encontraban residiendo en Jerusalén. Rechazaban la interpretación de la Torah de los rabíes, y se los presenta habiendo negado que nada de la Biblia Hebrea, aparte de la Torah, tenía autoridad. Como la misma Torah, los saduceos son presentados interpretándola literal y rigurosamente en materias que cubre directamente, al mismo tiempo que rechazando las tradiciones rabínicas o leyes orales que mitigan los castigos más duros o intentan prevenir faltas no intencionadas. Por esto los saduceos son mal vistos por el Talmud. Sin embargo hay evidencia de que hubo un cisma interno entre los llamados "saduceos" – algunos que rechazaban a los Ángeles, el Alma, la Resurrección – y algunos que aceptaban estas doctrinas y la Biblia Hebrea al completo. Sostenían que Dios premiaba a los hombres buenos en vida, por lo que ellos, al ser ricos, eran el pueblo bueno. Su filosofía era materialista, liberal y mucho más mundana que la de los demás grupos. En cuanto a los registros siguientes del Talmud, uno debe tener presente que las historias con respecto a los saduceos fueron escritas por un pueblo que los derrotó, y pueden contener muchas inexactitudes. Con respecto a la jurisdicción criminal, eran tan rígidos que el día en que su código fue abolido por el Sanedrín Farisaico bajo el liderazgo de Simeon Ben Shetah, durante el reinado de Salome Alejandra, se celebró como una fiesta. Se dice que los saduceos insistieron en la ejecución literal de la ley de la venganza: "Ojo por ojo, diente por diente", que el judaísmo farisaico, y posteriormente el judaísmo rabínico, rechazaron. Por otro lado, no infligían la pena de muerte en testigos falsos en un caso donde la pena capital se hubiera llevado injustamente a cabo, a menos que el acusado hubiera sido ejecutado únicamente como consecuencia del testimonio de tales testigos. Según el Talmud, otorgaban a la hija el mismo derecho de herencia que la hija del hijo en caso de que el hijo estuviera muerto. Las particulares interpretaciones de los saduceos, los llevaban a múltiples especificaciones propias sobre el calendario, las fiestas, el culto, los sacrificios, los rituales y asuntos jurídicos. De acuerdo con el Talmud, sostenían que las siete semanas desde la primera ofrenda de gavilla de cebada ("omer") hasta el Shavuot debían, según Lev.23:15-16, ser contados desde "el día después del sábado," y, consecuentemente, que el Shavuot siempre se debería celebrar en el primer día de la semana (Meg. Ta'an. i.; Men. 65a). En esto seguían la antigua concepción bíblica que considera la fiesta de los primogénitos sin conexión con la Pascua, mientras que los fariseos, conectando la fiesta del Éxodo con el festival de la entrega de la Ley, interpretaban el "el día después del sábado" como el segundo día de Pascua. Escritos hallados por ellos y redescubiertos a finales del siglo XIX en el depósito de una sinagoga, como el Documento de Damasco o el Libro de los Jubileos, así como el Sirácida, eran atribuidos a los fariseos, pero hoy se piensa que fueron obra de esenios, tras haber sido hallados entre los Manuscritos del Mar Muerto, cerca de Qumrán, con una colección que en su conjunto sostiene interpretaciones muy diferentes a las de los fariseos.



LOS FARISEOS


Los fariseos se opusieron a la política del Sumo Sacerdote Juan Hircano (134-104 a JC.), el cual reinó apoyado por los saduceos. Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo, vivía más como un rey pagano que como un sacerdote judío, y los sectores tradicionalistas criticaban la identificación entre la realeza y el sacerdocio, reclamando una separación de ambas funciones. El líder fariseo Eleázar exigió que Juan Hircano renunciara al sumo sacerdocio. El enfrentamiento de los fariseos contra los saduceos se agudizó durante los reinados de los hijos de éste, Aristóbulo I (104-103 a JC) y Alejandro Janeo (103-76 a JC) Este último reprimió un levantamiento popular, causando miles de muertes. La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé reinó del 76 al 67 a JC, rehabilitó a los sacerdotes fariseos y los hizo parte del Sanedrín o senado judío, acrecentando su influencia política y religiosa. La reina nombró a su hijo Hircano II como Sumo Sacerdote, con el apoyo fariseo. El hermano menor de éste, Aristóbulo II se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, que buscó refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con apoyo fariseo sitió Jerusalén en el 65 a JC, pero fue derrotado debido a que los romanos apoyaron a Aristóbulo II.
Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antipatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en el 63 s JC, y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antipatro ejercía de hecho como gobernante de Judea. El poder político y religioso de los fariseos se mantuvo así. Muerto Pompeyo, Julio César nombró a Hircano II etnarca de Judea y al hijo de Antipatro, Herodes, como estratega de Galilea.
En el 40 a JC, Antígono Matatías, hijo de Aristóbulo II, con apoyo del Imperio Parto y de los saduceos, tomó el poder, detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes que había huido y el general romano Socio, retomaron Jerusalén en el 37 a JC Bajo el Imperio romano, Herodes fue rey entre el 37 y el 4 a JC y contrajo matrimonio con Mariana, hija de Hircano II, a quienes luego ejecutó, provocando la ruptura entre los fariseos y la dinastía herodiana.
En el 4 a JC el fariseo Sadoc y Juan el Galileo se levantaron llamando a no pagar impuestos a Roma. El hijo de Herodes, Arquelao y el jefe militar romano Varo reprimieron el levantamiento y dos mil rebeldes fueron crucificados. Se considera que esta revuelta fue el origen de los zelotes, que consideraban que la única forma de quitarse el yugo romano era a través de una revuelta armada, tal como intentaron con fatal resultado. La rebelión acabó con el suicidio colectivo de la asediada Masada (año 73)