Aunque se ha hecho un esfuerzo para resumir algunas de las ideas en las que los judíos siempre creyeron profundamente y que constituyen los principios básicos de fe que han caracterizado al judaísmo a través de las épocas, no me he empeñado en sondear profundamente en la teología judía o en explicar las consideraciones filosófico-religiosas sobre la naturaleza del hombre, de la vida, del bien y del mal, que emanan de las enseñanzas judías y que impregnan su concepción total del mundo. Haber hecho eso hubiera significado ir más allá del alcance y del objetivo de este libro. Sin embargo, la razón principal por la cual evitare aquí ahondar profundamente en teología es la resumida perfectamente en las palabras de Samuel Belkin, Presidente de la Universidad Yeshiva:
"...Se han hecho muchos esfuerzos para formular un enfoque coherente y sistemático de la teología judía. Sin embargo, todos esos esfuerzos se han revelado infructuosos porque el judaísmo nunca se preocupo demasiado de doctrinas lógicas. Su deseo fue más bien desarrollar un conjunto de prácticas, un código de actos religiosos, que pudiera establecer un modo de vida religioso. Es verdad, que esos actos y practicas emanan de conceptos básicos teológicos y morales, pero tiene gran significado el hecho de que esas teorías teológicas y morales, pero tiene gran significado el hecho de que esas teorías teológicas del judaísmo permanezcan siempre invisibles, que puedan aprehenderse solamente por medio de las prácticas religiosas a las que dan nacimiento. Grandes filósofos eruditos rabínicos encontraron de esa manera una mayor medida de acuerdo entre ellos en el minian hamitzvot, (clasificación de los 613 preceptos religiosos que la Torá impone del judío), que en su empeño de presentar el dogma básico judío en formas de artículos de fe... En el judaísmo los artículos de fe y las teorías religiosas no pueden divorciarse de las prácticas particulares... La teología del judaísmo está contenida en gran parte en la Halajá, el sistema jurídico judío que no se ocupa de la teoría sino principalmente de la práctica... (Si pudiera decirse que el judaísmo reposa sobre dos principios gemelos: la soberanía de Di’s y el carácter sagrado del individuo... esta filosofía (así como todos sus fundamentos filosóficos) se refleja claramente en la Halajá...."
Halajá es el término general para la ley judía; también se refiere a la decisión definitiva y autorizada sobre cualquier tema especifico. Está basada primordial y fundamentalmente en las ordenanzas bíblicas y en los mandamientos de la Torá escrita y oral, como también en toda la legislación y disposiciones rabínicas, incluyendo las decisiones jurídico-religiosas transmitidas a través de las épocas en formas de respuestas y comentarios de grandes e importantes sabios rabínicos. Todo este conjunto sirve de base autorizada y proporciona los antecedentes legales para el proceso interrumpido de la adopción de decisiones legales-religiosas hasta nuestros mismos días. La palabra Halajá en sí, significa: "el camino por el cual uno marcha". La Halajá es práctica, no teórica. La Halajá es legalista, no filosófica. Aunque la fe es la base a partir de la cual la Halajá se desarrolla, coloca su mayor énfasis en los actos. La Halajá se ocupa de la aplicación adecuada de los preceptos (mitzvot) en toda situación y circunstancia. (Los preceptos de origen bíblico no pueden ser modificados en esencia, aquellos de origen rabínico pueden ser modificados en ciertas circunstancias y condiciones por estudiosos competentes y autorizados). La Halajá exige un compromiso en la conducta. Ella trata con obligaciones éticas y deberes religiosos.
En su carácter de sistema jurídico judío, la Halajá cubre todos los aspectos y relaciones de vida del mismo, tanto entre el hombre y su semejante como entre el hombre y Di’s. De esa manera, la Halajá se ocupa no solo de aquellas áreas consideradas generalmente como pertenecientes a la esfera del ritual y de la religión, sino también de aquellas que, generalmente los sabios no judíos asignan a las esferas de la moral o de la ética o a la ley civil o criminal.
Así como la Halajá lo abarca todo, puede afirmarse también que la religión judía lo abarca todo. No existe ningún área en la esfera de la conducta humana de la cual no trate o no ofrezca guía. Si se da por entendido que cada aspecto de la vida es considerado sujeto a las directivas establecidas por la Halajá, no puede considerarse entonces, que la religión judía –cuando sea observada correctamente- llene solo alguno de los múltiples aspectos de la vida, o que sea distinta y este separada de otras áreas de la misma existencia y preocupaciones del hombre. Los hábitos alimenticios de una persona, su vida sexual, su ética comercial, sus actividades sociales, sus diversiones, sus manifestaciones artísticas, todo esto se encuentra bajo la cobertura de la ley religiosa de los valores religiosos y de las directivas espirituales del judaísmo. La religión judía no se disocia de ningún aspecto de la vida y no limita su preocupación solamente a los actos rituales que tienen un significado místico en un mundo sobrenatural. Observada con plenitud y correctamente, la religión judía es en si la vida misma y provee de valores para guiar toda la existencia.
Esta es la naturaleza de la tradición religiosa transmitida al judío. Por eso es que los Profetas de Israel predicaron y lucharon con tanto fervor en pro de la justicia social y por la eliminación de la pobreza como por la santidad del Shabat y la abolición de la idolatría. Es verdad, todos los libros sobre el judaísmo enfatizan el hecho de que el judaísmo es una forma de vida; que es acción, no solamente un culto. Aunque no se minimiza el papel central que desempeña la doctrina, sin lugar a dudas, el énfasis es puesto sobre los actos. La esencia de la fe judía no se ha cultivado sobre hipótesis doctrinales o declaraciones dogmáticas, sino en la aplicación práctica de la Torá, mitzvot maasiot (preceptos prácticos).
"...Las verdades conceptuales del judaísmo y sus valores significan muy poco si no se las traduce en una forma de vida. La Halajá es el medio por el cual los conceptos y los valores se aplican a la vida cotidiana. La Halajá señala los métodos para la concretización de la teoría, de los principios, del credo..."
La Halajá, enfocada en la ejecución y cumplimiento de los preceptos (mitzvot) sirve para concretizar lo que, de otra manera, yacería en la esfera de la abstracción, a la vez que sirve para santificar lo que de otra manera quedaría en la esfera de lo mundano.
Ernst Simon, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ofrece una explicación equilibrada del porque de la observancia de la Halajá por el judío moderno. Dice que:
"...Existe una relativa identidad entre la fe y el pueblo, y esta identidad relativa solo puede establecerse y mantenerse por medio de una forma de vida santificada. La Halajá es nuestro único medio para establecer y mantener esta forma de vida santificada...2
Sobre todo, dice Simon:
"... La Halajá puede tener una profunda pertinencia para el judío moderno porque formula y representa una actitud hacia la vida que enfatiza la necesidad de restituir el intelecto a una sociedad que es en parte anti-intelectual, de disciplinar a un mundo entregado en parte al libre albedrío, de orientar y dar un sentido de dirección a un caos de excesiva información y de una religión nacional frente a las incursiones del misticismo y el oscurantismo..."
Tal como lo afirma Louis Ginzberg:
"Solamente en la Halajá se encuentra expresada exacta y adecuadamente el pensamiento y el carácter del pueblo judío".
Seymour Siegal lo expresa muy bien:
"No seguimos siendo judíos solo porque seamos miembros de una sociedad filosófica con elevados principios (aunque es un motivo de orgullo y un reto, perpetuar y profundizar el legado de ideas y de conceptos que hemos heredado). Seguimos siendo judíos porque somos parte de la comunidad de Israel, que ha aceptado vivir su vida como una comunidad separada, por siempre, obedeciendo a Di’s. Sin lugar a dudas algunas ideas derivan de esta premisa. Mas nuestra existencia está definida por el hecho del Pacto (con su necesaria implicación de la Torá y la Halajá, o la Ley); no está definida únicamente por ideas.
Algunos círculos expresan el temor de que la estricta adhesión a la Halajá, sin que este acompañada por una profunda fe y sentimientos espirituales, quede reducida a una forma de behaviorismo desprovista de toda dimensión y calidad espiritual. Sin embargo, ese temor no justifica que se disminuya la obligación de la Halajá; por el contrario, enfatiza la necesidad de acentuar la calidad espiritual de todos los actos. Desde hace mucho tiempo los rabinos reconocieron el problema y trataron de solucionarlo cuando enseñaron, por ejemplo, que : "no hagas rutina de tus plegarias..." (Pirkei Avot 2 :18). El hecho de que un acto pueda culminar en un extremismo indeseable, no justifica la anulación del mismo. Debe controlarse el abuso sin eliminar la esencia del acto.
Incluso Abraham Joshua Heschel, un notable exponente del punto de vista que destaca el espíritu interior del hombre (al que él llama la esfera de la Agadá), se opone enérgicamente a todos aquellos que confinan al judaísmo exclusivamente a la Halajá, insistiendo en que :
De hecho, la forma más segura para abandonar la Agada (fe, interiorización) es abolir la Halajá. Sin la Halajá, la Agada pierde su sustancia, su carácter, su fuente de inspiración, su defensa contra el peligro de la secularización. Por medio de la interiorización solamente no nos acercamos a Di’s. Las más puras intenciones, la devoción más profunda, las más nobles aspiraciones espirituales, son vanas cuando no se realizan en la acción.
Al igual que todos los sistemas legales basados en una "constitución" o en algún otro código de leyes, también la Halajá permite a menudo diferencias de opiniones y diferencia de comportamiento, particularmente en las áreas que no afectan la esfera de la Ley Divina de la Torá. Pero todos los diferentes dictámenes de carácter religioso adoptados por estudiosos competentes, deben ser susceptibles de justificarse y defenderse de acuerdo a las reglas de interpretación de la Halajá. Deben basarse en la más pura enseñanza religiosa. De estas diferencias de opinión, dicen nuestras fuentes religiosas que "las unas y las otras son las palabras del Di’s viviente", porque ambas emergen de la fe en ese Di’s y del sincero deseo de cumplir la voluntad de ese Di’s. Existe una gran diferencia entre el estar en desacuerdo sobre lo que la Torá y la tradición requieren de nosotros cuando se deben resolver problemas, y el franco abandono de la autoridad y la jurisdicción de la Torá y de la Halajá. Esta ultima actitud aleja a una persona de los límites legítimos del judaísmo.
La Halajá es el camino judío para asegurar y perpetuar la forma de vida judía. Si se abandona o se rechaza la Halajá, desaparece también lentamente esa forma de vida y con esa desaparición se desvanecen los valores característicos y apreciados por el judaísmo. Esto no ocurre de inmediato, toma de una a dos generaciones, pero ocurre. Es el proceso conocido como la asimilación. Comienza cuando los judíos rechazan el carácter obligatorio de la Halajá y finaliza con la desaparición del judaísmo. Esto no es especulación o polémica sino un hecho histórico que, por desgracia, se repitió una y otra vez en muchas condiciones y circunstancias diferentes. Donde las observancias distintivas del judaísmo desaparecían, solo una amenazante crisis de antisemitismo constituía el único factor que retardaba la total asimilación física del pueblo judío.
Rabbi Haym Halevi Donin