En el año 113, Trajano inició su campaña militar contra el Imperio Parto, con el objetivo de conquistarlo y llegar a India, como Alejandro Magno. Para esto, movilizó las legiones desplegadas en todo el Imperio, dejando desguarnecidas las ciudades conquistadas del norte de África y otros sitios. Para garantizar sus líneas de comunicaciones y abastecimientos conquistó el reino de los nabateos para tener la ciudad de Palmira como base para el ataque y, dada la historia de levantamientos de la provincia de Judea, tomó una serie de medidas contra los judíos: entre otras cosas, les prohibió el estudio de la Torah y la observancia del Shabat. Estas medidas causaron indignación en la población judía, tanto dentro como fuera del territorio de Judea.
En 115, el ejército romano comenzó su ofensiva contra los partos, logrando conquistar Mesopotamia, incluidas las ciudades de Babilonia y Susa, sedes de grandes academias judías. Las colonias judías de estas ciudades, conocedoras de las persecuciones que sus sabios sufrían en Judea, y que vivían en un marco de libertad religiosa desde hace 600 años, combatieron encarnizadamente contra las legiones romanas y apoyaron a los partos.
Las comunidades griegas de Cirenaica (Libia) y Chipre atacaron los barrios judíos excusándose en el apoyo que estos daban a los partos. Este ataque llevó a las comunidades judías a la organización de su autodefensa y contraataque.
Los judíos de Cirene, capital de la provincia romana de Cirenaica, liderados por Lucas atacaron los barrios griegos, destruyendo numerosos templos dedicados a dioses paganos como Júpiter, Apolo, Artemisa e Isis, así como edificios que simbolizaban el poder romano. Como consecuencia de estos levantamientos Libia fue despoblada hasta el nivel que fue necesario fundar nuevas colonias varios años después para recuperar la población.
El movimiento comandado por Lucas luego se dirigió a Alejandría, entró en la ciudad abandonada por las tropas romanas con sede en Egipto dirigidas por el gobernador Marco Rutilio Lupo, e incendió algunos barrios de la misma. Tanto los templos paganos como la tumba de Pompeyo fueron destruidos. Esto obligó a Trajano a enviar nuevas tropas al mando del prefecto del pretorio Quinto Marcio Turbo para pacificar las provincias de Egipto y Cirenaica, lo que se logró en el otoño del año 117. Así, Los bienes y las propiedades de las comunidades judías fueron expropiadas para reconstruir las ciudades y los daños causados por el levantamiento. Su líder Lucas presumiblemente huyó hacia Judea.
Bajo el liderazgo de Artemión, los judíos chipriotas participaron en un gran levantamiento contra los romanos bajo Trajano (117) y ellos reportaron haber matado 240.000 griegos.
Trajano envió la legión VII Claudia para restaurar el orden. El ejército romano reconquistó la capital asesinando a todos los rebeldes y se prohibió a los judíos residir a futuro en la isla, bajo pena de muerte. Incluso los supervivientes de naufragios, si eran encontrados en la playa, eran ejecutados.
Una nueva revuelta se levantó en la Mesopotamia recién conquistada, mientras Trajano luchaba contra los partos en el golfo pérsico. Trajano reconquistó Nísibis, Edesa y Seleucia. En cada una de estas ciudades había antiguas e importantes comunidades judías. Tras sofocar la rebelión, Trajano quedó inquieto con la situación, y envió al general Lucio Quieto para eliminar a todos los sospechosos judíos en Chipre, Siria y Mesopotamia, nombrándolo procurador de la provincia de Judea.
La insurrección de los judíos durante los últimos años de Trajano no había sido totalmente suprimida cuando Adriano asume el mando como emperador en el año 118. Los disturbios se trasladaron a Judea. Quieto, que estaba a cargo del gobierno de Judea, detuvo a los hermanos Julián y Papo, que habían sido el alma de la rebelión, sentenciándolos a muerte. Pero Adriano ordenó la ejecución de Quieto, al considerarlo un rival político para ocupar el trono de emperador dada su proximidad con Trajano, salvando a los hermanos sediciosos.
El nombramiento de Adriano como emperador y las promesas realizadas por él de permitir la reconstrucción del Templo de Jerusalén trajo un breve lapso de tranquilidad a la región, pero luego su cambio de pensamiento por la influencia de su entorno griego y la decisión, en el año 127, de fundar una ciudad romana en el sitio de Jerusalén, llevó a un reinicio de los disturbios que motivó el traslado de la legión VI Ferrata al lugar, culminando quince años después en la Tercera Guerra Judeo-Romana, la Rebelión de Bar Kojba en 132 de nuestra era.
Las causas directas de la rebelión vienen tras la decisión de Adriano de fundar en el lugar de Jerusalén una ciudad romana llamada Aelia Capitolina. y por los decretos dictados por Adriano que prohibían el Brit Milá (circuncisión), el respeto del sábado, y las leyes de pureza en la familia.
La intención de Adriano era "civilizar" e incorporar a los judíos a la cultura greco-romana. Para la visión helenista, la circuncisión era una mutilación. La tradición judía relata en el Midrásh Tanjuma un encuentro entre Rabí Akiva y el gobernador Turnus Rufus, donde este le solicita la explicación sobre la circuncisión.
Una legión adicional, la Legio VI Ferrata, fue asentada en la provincia para mantener el orden, y los trabajos comenzaron en el año 131 luego que el Gobernador de Judea, Turnus Rufus realizara la ceremonia de fundación de Aelia Capitolina. Una moneda romana con la inscripción Aelia Capitolina fue acuñada en el año 132.
El Taná Rabí Akiva, que sin ser nombrado nasi dirigía el Sanedrín, convenció a los demás miembros de apoyar la inminente rebelión, y declarar al comandante elegido, Simón bar Kojba como el Mesías.
Los líderes judíos planearon cuidadosamente la rebelión para evitar los numerosos errores que se habían cometido en la anterior. En el año 132 d EC la rebelión dirigida por Bar Kojba rápidamente se expandió desde Modín a través de todo el país, derrotando a la X legión Fretensis con base en Jerusalén y destruyendo a la XXII Legión Romana que había concurrido desde Egipto.
Un estado soberano Judío fue restaurado en los siguientes dos años y medio. La administración pública fue encabezada por Simón bar Kojba, que tomó el título de "Nasí", (Príncipe o Presidente de Israel). La «Era de la redención de Israel» fue anunciada, se realizaron contratos y se emitieron monedas de cobre y plata en gran cantidad con la correspondiente inscripción.
Rabi Akiva presidía el Sanedrín. Los servicios religiosos eran realizados y se reiniciaron los korbanot (Sacrificios rituales de animales u otras ofrendas). Se presume que se intentó restaurar el Templo de Jerusalén, pero no hay pruebas fehacientes de ello.
La rebelión tomó a Roma por sorpresa. Adriano llamó a su General Sexto Julio Severo de Britania, y convocó múltiples legiones, hasta del Danubio. El tamaño del ejército romano fue mucho mayor que el comandado por Tito sesenta años antes. Las pérdidas romanas fueron muy grandes. Entre ellas, una legión completa, la Legión XXII Deiotariana. Fueron tan grandes que el reporte de Adriano al Senado romano no incluía el habitual saludo "Yo y las legiones estamos bien".
Las luchas luego de tres años desde el inicio de la rebelión culminaron brutalmente en el verano del año 135 d EC Después de perder Jerusalén, Bar Kojba y los restos de su ejército se retiraron a la fortaleza de Betar, que subsecuentemente fue sitiada y tomada. El Talmud de Jerusalén relata que el número de muertos fue enorme. También relata que por diecisiete años no se permitió enterrar a los cadáveres de Betar.
Murieron cerca de 580.000 judíos. Asimismo, 50 ciudades fortificadas y 985 aldeas fueron arrasadas. Adriano intentó destruir de raíz la identidad judía, que había sido la causa de las continuas rebeliones. Prohibió la Torah, el calendario judío y mandó ejecutar a numerosos estudiosos y eruditos. Los rollos sagrados fueron quemados en una ceremonia en el Monte del Templo.
En el lugar del templo, instaló dos estatuas, una del dios romano Júpiter y otra de él mismo. Administrativamente eliminó la provincia romana de Judea fusionándola con otras regiones en la provincia de Siria Palestina, tomando el nombre de los filisteos, antiguos enemigos de los judíos, y fundó la ciudad de Aelia Capitolina en el sitio de Jerusalén, prohibiendo a los judíos ingresar en ella.
A diferencia de la primera Guerra Romano-Judía, la mayoría de la población judía fue asesinada, esclavizada o exiliada; y la religión judía prohibida. Luego de la rebelión el centro de la vida religiosa pasó a Babilonia. En los tiempos modernos, la Rebelión de Bar Kojba se convirtió en un símbolo de la valerosa resistencia nacional.
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